Causa gozo y alegría que todas nuestras instituciones comprometan sus esfuerzos para estos espacios de formación en la fe, en esta oportunidad en el contexto del Año de la Misericordia cuyo tema ha sido precisamente “Misericordiosos como el Padre”. La Iglesia reitera de esta manera su llamado e impulso para que todos los bautizados hagamos patente, como parte de nuestro compromiso de fe, las obras de misericordia corporales y espirituales, dijo Mons. Del Castillo.
Para ello no hace falta ir tan lejos, podemos comenzar en nuestras propias casas, por la familia y por las personas que viven cerca de nosotros, es el concepto de “prójimo”. Aquí podemos recordar el ejemplo de Santa Teresa de Jesús que servía a sus hermanas y muy particularmente a aquellas que más molestas le podían resultar.
Hace poco estuve en Honduras para reflexionar sobre el drama de la trata y tráfico de personas, una realidad impresionante que nos invita a actuar desde la fe. La respuesta que pide la Iglesia es la solidaridad, sencilla, directa y cotidiana. Pidamos, al Señor, la gracia de ofrecer este gesto en su nombre, mostrando su rostro de amor a los que más lo necesitan.
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