Queridos
colaboradores de la CEB.
Al terminar el
tiempo de gracias de la cuaresma, nos preparamos a vivir el tiempo de la
alegría verdadera porque nuestro Redentor venció a la muerte ¡ALELUYA!
Fue por medio del encuentro de María Magdalena con el Señor de la vida, Jesús, que su vida se transformó. Claramente ella fue una mujer de profunda fe y constancia. La fe hizo posible que María se moviera más allá de la esfera normal de su existencia, haciendo frente a las alienantes fuerzas de la muerte y del sin sentido, y descubriendo una vez más la presencia viva, amorosa y fiel de Jesús, su amado Señor. La fe le concedió –y también a nosotros- el valor necesario para estar firmes ante el mal, ante la injusticia y la experiencia deshumanizante de las distintas opresiones, aún ante la misma muerte; para declarar ante Dios y ante la humanidad que el amor supera todo mal, el perdón supera toda venganza y la esperanza supera toda amenaza y miedo. La fe pascual nos dirige hacia la persona de Jesús y hacia la constante renovación de nuestra relación con él, removiendo así el mal, la muerte y la sensación de aislamiento que busca robarnos la esperanza, el amor y la alegría.
La fe nos mueve más allá de aquel ámbito en el cual podríamos entender, manejar e incluso tratar de controlar las realidades que suceden a nuestro alrededor y al interno de nuestras propias vidas. Es por medio de la persona de Jesús – de la fe en él- que nuestros horizontes se amplían más allá del espacio y del tiempo. “Cada vez que intentamos volver a la fuente (el Señor Jesús) y recuperar la frescura original del evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos...” (EG, 11). Éste es poder del amor que llega a nosotros por medio de la RESURRECCION.
Les deseo a todos ustedes una Santa y feliz PASCUA del Señor portadora de muchas bendiciones, al mismo tiempo hago llegar un fraterno saludo a todos sus seres queridos. El buen Dios los bendiga. Fraternalmente.
+Mons. Aurelio Pesoa Ribera, OFM
Obispo Auxiliar de La Paz
Secretario General de la CEB
Fue por medio del encuentro de María Magdalena con el Señor de la vida, Jesús, que su vida se transformó. Claramente ella fue una mujer de profunda fe y constancia. La fe hizo posible que María se moviera más allá de la esfera normal de su existencia, haciendo frente a las alienantes fuerzas de la muerte y del sin sentido, y descubriendo una vez más la presencia viva, amorosa y fiel de Jesús, su amado Señor. La fe le concedió –y también a nosotros- el valor necesario para estar firmes ante el mal, ante la injusticia y la experiencia deshumanizante de las distintas opresiones, aún ante la misma muerte; para declarar ante Dios y ante la humanidad que el amor supera todo mal, el perdón supera toda venganza y la esperanza supera toda amenaza y miedo. La fe pascual nos dirige hacia la persona de Jesús y hacia la constante renovación de nuestra relación con él, removiendo así el mal, la muerte y la sensación de aislamiento que busca robarnos la esperanza, el amor y la alegría.
La fe nos mueve más allá de aquel ámbito en el cual podríamos entender, manejar e incluso tratar de controlar las realidades que suceden a nuestro alrededor y al interno de nuestras propias vidas. Es por medio de la persona de Jesús – de la fe en él- que nuestros horizontes se amplían más allá del espacio y del tiempo. “Cada vez que intentamos volver a la fuente (el Señor Jesús) y recuperar la frescura original del evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos...” (EG, 11). Éste es poder del amor que llega a nosotros por medio de la RESURRECCION.
Les deseo a todos ustedes una Santa y feliz PASCUA del Señor portadora de muchas bendiciones, al mismo tiempo hago llegar un fraterno saludo a todos sus seres queridos. El buen Dios los bendiga. Fraternalmente.
+Mons. Aurelio Pesoa Ribera, OFM
Obispo Auxiliar de La Paz
Secretario General de la CEB
No hay comentarios:
Publicar un comentario